Una de mis asanas preferidas sin lugar a dudas es el árbol. Se trata de una postura de equilibrio. El equilibrio nos conecta con el aquí y ahora, nos permite conectarnos con el presente.
A nivel físico, aumenta tu sentido del equilibrio que se trabaja desde el enraizamiento de los pies. Tratá de relajar tus pies en el apoyo y conectarte con ellos que son nuestro sostén. También trabaja la fuerza de las piernas. Y te ayuda a mejorar tu postura alineando tu columna.
A nivel mental, calma la mente y favorece la concentración. Tu mente se centra en el equilibrio. Además en el armado de la postura, al caerte y volverla armar, aumenta tu paciencia y su práctica, tu persistencia.
El grado de concentración que te aporta esta postura te servirá como paso anterior a la meditación.
Para mantener esta postura ayudate fijando tu mirada (tambien llamada drishti, se trata de tu mirada interior) en un punto fijo en el suelo o en el horizonte.
Trabaja la postura hasta donde tu cuerpo pueda. El equilibrio es una cualidad que varía en nosotros mismos en el día a día y es más que probable que cambie entre una pierna y la otra.