Su nombre se debe claramente a la forma de diamante que adopta el cuerpo en la postura.
Es una postura cómoda que no requiere grandes esfuerzos, en la cual resulta fácil mantener la columna erguida para las personas que recién inician su práctica.
Sin embargo, esta postura está contraindicada para personas con problemas en las rodillas o si al realizarla duelen los empeines. Esta última molestia puede disminuir con la práctica. Podés ayudarte en la postura con un almohadón entre la cola y las piernas. También existen baquitos de meditación re- cancheros que te pueden ayudar.
Es importante desarmar la postura con cuidado y hacer movimientos de rodillas y tobillos que nos ayuden a volver el cuerpo a su forma natural y a la vez estimulen la circulación sanguínea en las piernas que fue obstaculizada en la postura.
A nivel físico, esta postura aumenta la eficacia de todo el sistema digestivo, siendo una postura ideal para después de las
comidas, ya que al alinear la columna permitimos un buen funcionamiento de todos los órganos abdominales. También tonifica los músculos pélvicos lo que previene las hernias y ayuda a las mujeres para el momento del parto. Además nos ayuda a elongar las porciones cortas del cuádriceps.
En la postura tradicional, las manos se colocan apoyadas en las rodillas, aunque teniendo en cuenta que esta postura se utiliza para meditar, es usual que se realicen diversos mudras.
Para meditar, sólo hace falta cerrar los ojos y relajar el cuerpo para llegar a la paz mental que eso requiere.
Es la postura que utilizan musulmanes, budistas y japoneses para su meditación y oración.
Al terminar la meditación, es agradable inclinarnos hacia adelante dejando caer el tronco sobre los muslos así relajamos la cintura (postura del niño) y hacemos una reverencia por ese momento de felicidad.