Siguiendo la práctica que comenzamos en el post anterior de respiración, colocá las manos alrededor del ombligo ingresá el aire por la nariz y llevalo hasta la panza. Repetí varias veces ubicando hasta dónde llega el aire. Luego colocá las manos a ambos lados de la caja torácica, en las costillas y llená de aire los pulmones expandiendo hacia los laterales. Repetí varias veces tratando de ampliar cada vez más la caja torácica. Por último, practicá una respiración cortita llevando las manos a las clavículas, debajo del cuello. Tratá de relajar cada segmento a medida que respirás.
Una vez que practicaste varias veces el nivel bajo, medio y alto de la respiración, uní los niveles por medio de una respiración profunda y repetí varias veces tratando de conectarte con el recorrido que hace a lo largo de la columna. Aprobechá y relájate con a medida que te oxigenás y sentí los beneficios de esta respiración a conciencia.
Con la práctica de la respiración profunda lograrás:
- A nivel físico, experimentar cómo se relaja tu cuerpo.
- A nivel mental, este proceso de respiración nos ayuda a concentrarnos y relajarnos.
- A nivel espiritual, equilibramos la energía (prana) de nuestro cuerpo sutil.